Pastores y ovejas

Allá por los comienzos del año 2005, cuando a todo el mundo se le salían los billetes de la cartera, se gastaba a destajo, se invertía en inmuebles y se inventaban derechos inalienables, el gobierno español convoca un referéndum (no vinculante) sobre el Tratado que establecía una Constitución para Europa. Los dos partidos mayoritarios apoyaron el Sí y realizaron sendas campañas en su favor, pese a la obligación de mantener posturas meramente informativas e imparciales. Conviene destacar que los dos grupos sindicalistas de mayor peso también abogaron por el Sí. La participación fue bastante reducida (tan sólo un 42%), una muestra más de que el pueblo no utiliza las vías democráticas cuando tiene oportunidad de hacerlo. El resultado obtenido apoyaba por mayoría (casi un 77%) la aprobación de la Constitución Europea. Teniendo en cuenta las malas cifras de participación, cabe a señalar que el número de votantes que optaron por el Sí fue prácticamente el mismo que en las últimas elecciones españolas le han dado la mayoría a Mariano Rajoy (10,8 millones de votos).

En aquellos años de bonanza descontrolada todo españolito que se preciara estaba a favor de una Europa más unida y con capacidad para competir con los Estados Unidos de América o con Japón, las principales potencias económicas. Aunque lo cierto es que nadie en su sano juicio había tenido la osadía de leerse aquél árido y extensísimo tratado de complejo lenguaje, lleno de tecnicismos e incomprensibles disposiciones que regularían el futuro europeo. En eso sí que ganábamos a las cuatro páginas de la constitución estadounidense.

Pues bien, lo que en realidad se estaba votando en aquel referéndum, era el inicio del fin de las soberanías nacionales en favor de la “dictadura” europea. Y entrecomillo “dictadura” porque no me refiero a regímenes políticos sino a su raíz semántica proveniente del latín “dictāre”. Es decir, que estábamos aprobando un texto que capacitaba a las altas instituciones europeas a dirigir los designios de todos los que se refugiaban bajo el paraguas azul de estrellas doradas. Aunque eso no importaba demasiado a los españoles porque billetes les sobraban a todos como para tener que comerse el tarro con preocupaciones que fueran más allá de cómo defraudar al fisco.

Volviendo al presente nos encontramos con un panorama bien distinto. El españolito de a pie desayuna cada mañana con la sección de economía del Washington Post, estudiando las variaciones de las primas de riesgo y analizando la evolución del Dow Jones del último semestre. Europa son unos señores de traje que abusan de su poder para esclavizar al pueblo y que nos han creado una crisis sin precedente de la que, por supuesto, nadie ha tenido culpa. El españolito ya no derrocha y se ha vuelto mucho más conservador con sus ahorros. Habla de apalancamiento financiero, de inversiones de renta variable, de deuda soberana o de la desviación del déficit, al mismo nivel que antes charlaba de la última jornada de la liga de fútbol, es decir, cero.

Utilizar ciertos términos no da credibilidad a un discurso que esté vacío de contenido y, lamentablemente, se escuchan cada vez más. Cada persona es libre de opinar, por supuesto, pero hablar de economía y, sobre todo, de macroeconomía conlleva manejar ciertos conocimientos que no se adquieren leyendo un par blogs de radicales antisistema ni viendo las noticias de canales ultraderechistas. Entre otras cosas, porque es un absoluto menosprecio a todas aquellas personas que han dedicado años de su vida a estudiar economía en sus respectivas diplomaturas, licenciaturas, masters o doctorados.

Sinceramente, no creo que ahora la gente, el pueblo, sea más culto que cuando votaba ciegamente el Tratado que establecía una Constitución para Europa (ojalá así fuera) ni que ahora se esté produciendo un despertar revolucionario, ni que el agente Mulder nos haya desvelado las conspiraciones y planes ocultos de la Troika. Me queda, más bien, la sensación de que unos cuantos pastores guían a las ovejas por donde quieren o conviene en cada momento y que las que se piensan libres, no se dan cuenta de que los perros a los que siguen también las llevan por el mismo sendero.

One thought on “Pastores y ovejas

  1. Alma Igual Pérez

    Me recuerda tanto a la fábula de “La Cigarra y la Hormiga”… en esa época los españoles estábamos con la cartera llena de billetes y hartos de ver a “niñatos” ganando más de dos mil euros trabajando en el sector de la Construcción. ¿Qué loco iba a querer creer en los malos augurios que profetizaba algún economista con intereses ocultos o cierta dosis de mala leche?.
    Y cómo decir que NO a una CONSTITUCIÓN EUROPEA, cuándo Europa nos mantenía los bolsillos de las Administraciones Locales y Regionales a rebosar, con los Fondos Europeos, como por ejemplo los fondos FEDER. No hay más que darse un paseo por cualquier pueblo del Valle del Jerte para ver la cantidad de cartelitos con la bandera azul con estrellas doradas que hay en cualquier fachada.
    Y bueno esto es cómo todo, opinar es gratis y además no trae consecuencias asique ahora toca opinar de economía como otras veces tod@s somos abogados, jueces, entrenadores de Futbol etc, etc. Antes se entraba en un bar y te daban los títulos académicos que necesitaras para poder opinar en la tertulia de turno y ahora con Internet y las redes sociales esto es mucho más fácil y más motivador porque tenemos una vía de difusión y publicidad que atrae mucho.
    Fdo. Alma Igual Pérez

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